martes, 26 de abril de 2016

Un Mandamiento Nuevo Os Doy

LECTURAS:
Hechos 13: 44-52
Salmo 145: 1-9
Apoc 19: 1, 4-9
EVANGELIO:  San Juan 13: 31-35

La palabra clave es Amor

Al final del Tiempo Pascual actualizamos litúrgicamente algunos momentos decisivos en que los discípulos son fuertemente aleccionados por Jesús acerca del significado y la forma de su misión futura, cada vez más cercana.

Considerábamos en la semana anterior la potente imagen del Buen Pastor y cómo los seguidores de Jesús tenemos que ser capaces de dejarnos pastorear y de ser, al mismo tiempo, pastores de otros.

En la porción del Evangelio de San Juan que hoy hemos compartido (y que debemos meditar y actualizar a lo largo de la semana) se nos aporta una nueva enseñanza relativa al pastorado. Más en concreto: a la forma en que debe ejercerse el cuidado pastoral entre los cristianos.

El modelo vuelve a ser el mismo Jesús: como El lo ejerció, así debemos ejercerlo nosotros. Y la palabra clave es amor.
Que os améis los unos a los otros como yo os he amado.
Vamos a glosar brevemente cuáles son las características de este amor específico que hemos de brindar a nuestros hermanos y hermanas en la fe.

1. Amor electivo: hemos de ser colaboradores en el amor electivo de Dios, teniendo muy presente que aquellos que Dios ha puesto en la Comunión de su Iglesia, han sido elegidos y llamados de modo personal. Por otra parte, no debemos cerrar la puerta del Amor de Dios a nadie, por lo que debemos combinar la actitud anterior con el llamamiento universal a la conversión y la fe.

2. Búsqueda de las ovejas perdidas: deben preocuparnos especialmente aquellas que, "habiendo sido de los nuestros" (dicho con cierta brusquedad) se han apartado. Tratar de recuperarlos debería ser una tarea prioritaria.

3. Cura, guía, alimento, defensa: son las tareas que mostrarán si nos amamos unos a otros como Él amó a sus discípulos. Jesucristo actuó como "el hermano mayor". Nosotros debemos ser en unos casos el hermano que cuida y en otros el hermano cuidado. Dejarse amar es tan importante como amar activamente.

4. Sacrificio de nuestras prioridades: así como Jesús fue capaz de entregarse en sacrificio por nosotros, sus ovejas, también hemos de ser capaces de renunciar a cosas que queremos hacer y son importantes para nosotros, por atender y dar prioridad al hermano enfermo, abatido, etc.

Para terminar: hay un fundamento muy profundo para este amor al mismo tiempo personal y servicial y no es otro que la llamada a la Unidad. Los cristianos somos llamados a formar una sola Familia y eso debe notarse.


Elaborado por José Luis Mira Conca





miércoles, 20 de abril de 2016

El Buen Pastor: Una poderosa imagen del ministerio cristiano

LECTURAS:
Hechos 13: 15-16, 26-33
Salmo 100
Apoc 7: 9-17
EVANGELIO:  San Juan 10: 22-30

El Buen Pastor

 Conforme nos acercamos al final del Tiempo Pascual, el énfasis en las Lecturas va pasando desde las apariciones "físicas" de Jesús, a su presencia actual en el Cielo.

Ciertamente, el ministerio de Jesús continúa, ejercido por el Espíritu Santo, que se sirve de los sucesos de cada día y de sus siervos escogidos, para seguir enseñándonos y guiándonos.

Una poderosa imagen del ministerio, o simplemente del "carácter cristiano" es la del Buen Pastor. Para empezar, diremos que las ovejas no son cien por cien esos animales tiernos y obedientes que nosotros (los que vivimos en ciudades) imaginamos. Son animales bastante indisciplinados, que gustan de realizar "excursiones" fuera del camino que se les marca, en busca de pastos, que ellas creen más tiernos y delicados.

Obviamente esto les conduce a situaciones de peligro (por caídas, ingestión de comida inadecuada, ataques de lobos, etc) y el pastor tiene que poner, en ocasiones, su vida en peligro para rescatar a las ovejas perdidas. Y no sólo eso: tiene que curarlas, entablillar sus patas (si se las han roto) y finalmente devolverlas al redil.

En todo este proceso hay un riesgo añadido: el de aquellos suplantadores del verdadero pastor (o pastores) cuya voz no reconocen las ovejas, por lo cual huyen…..y pueden caer en peligros aun mayores. Es el caso de aquellas personas que se han involucrado en sectas y que, una vez decepcionados de ellas, se apartan por completo de cualquier movimiento religioso (incluidas las iglesias cristianas).

La primera enseñanza que debemos retener, ante todo, es que Jesús es el pastor de nuestras almas (y cuerpos)  que se comunica con nosotros desde el Cielo y a través de personas escogidas por él (no sólo seres humanos, sino también ángeles).

La segunda enseñanza es que también nosotros hemos de ejercer este "pastorado" sobre las personas que tenemos a nuestro alrededor y, especialmente, sobre aquellos que Dios nos encomienda (nos pone "carga").

Esa atención solícita que los cristianos tenemos que ejercer los unos sobre los otros, es una marca distintiva de la verdadera santidad (que es unión con Cristo y manifestación de su carácter) y por supuesto del verdadero amor al prójimo: un amor que se preocupa del otro y que, sin avasallar ni dominar, trata de ejercer una ayuda eficaz, que a veces será sólo acompañamiento. Pero el acompañamiento (también llamado "compañerismo" cristiano)  es, en sí mismo,  nuestro principal deber pastoral.

Elaborado por José Luis Mira Conca


martes, 12 de abril de 2016

La Santidad: Pasaporte al Cielo


LECTURAS:
Hechos 9: 1-19a
Salmo 33: 1-11
Apocalipsis 5: 6-14
EVANGELIO:  San Juan 21: 1-14

Santidad, combinación de Misericordia y Justicia

"Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (Heb.12:14).

Nos encontramos a mitad del Tiempo Pascual y, por tercera vez, Jesús se manifiesta a algunos de sus discípulos, en un lugar bien conocido por todos ellos: el Lago de Tiberíades, mientras se dedican a una de sus ocupaciones habituales: la pesca.

El milagro que nos relata el texto podríamos relacionarlo con la Misión que van a recibir en el día de la Ascensión: "id y haced discípulos a todas las naciones" (Mat.28:19).  Es también una advertencia para nosotros: sólo unidos a Cristo y siguiendo sus orientaciones podremos obtener la ansiada "pesca".

Estar unido a Cristo requiere conocer y compartir su carácter (carisma) para así poder cumplir la misión que nos compete: a cada uno en particular y como congregación.

En el Salmo 33 hemos podido leer y recitar juntos una frase muy significativa sobre esto:
"Él ama justicia y juicio; de la misericordia del Señor está llena la Tierra" (v. 5).
El carácter de Jesús es el mismo carácter de Dios: su base es la santidad.

Podríamos intentar definir la santidad como la perfecta unión de la Justicia y la Misericordia.  Esto sólo es posible, para nosotros,  por medio de la Gracia.

La Biblia enfatiza la santidad como la principal característica divina. Nos presenta a un Dios que es tres veces santo y nos habla a menudo de "la hermosura de su dantidad". Por eso, otra forma de definir la santidad sería decir que es la belleza moral.

Dios quiere que seamos santos y por eso nos ha elegido y llamado: Él quiere compartir nuestras modestas ocupaciones y darse a conocer a través de ellas. El secreto está en compartir….

Poco importa si la forma de su llamada es amable (como en la escena de la pesca) o  brusca (como en la caída del caballo de Saulo). El objetivo siempre es el mismo: incorporarnos a su Misión, que es el más alto honor que podemos tener en esta vida.

Y al final, en tanto en cuanto somos "transfigurados" y convertidos en "otros Cristos", vamos teniendo un mayor acceso a la Gloria del Cielo, la cual ya poseemos (según las Escrituras) si bien todavía imperfectamente.


Elaborado por José Luis Mira Conca



martes, 5 de abril de 2016

La Resurrección de Jesús: Consecuencias Actuales y Eternas

LECTURAS:
Hechos 5: 12a, 17-22, 25-29
Salmo 118: 19-24
Apoc 1: 9-19
EVANGELIO:  San Juan 20: 19-31

La Resurrección de Jesús

La Liturgia enfatiza hoy la realidad física de la Resurrección de Jesús (en la historia de la incredulidad de Tomás…, en la visión de Juan) y algunas de sus consecuencias eternas:
  • En Él está la Vida: tema recurrente en el Evangelio de Juan  (especialmente 1: 3).
  • Jesucristo tiene poder sobre la Muerte y el Más Allá (Apocalipsis 1: 18).
En verdad, eran y son motivos más que suficientes para que Juan (y cualquiera de nosotros) cayera "como muerto" ante su Presencia, celestialmente transfigurada.

Pero Él puede también velar su Gloria y mostrarla contenida en su naturaleza humana, para que "no temamos". Y así sucede en la historia de su aparición a los discípulos y la incredulidad de Tomás (S. Juan 20 : 19-20) a quien la tradición señala como responsable de la Misión de la Iglesia en Asia (en India se le considera fundador de la Iglesia de Mar Thoma, vinculada a la Comunión Anglicana).

También tiene gran importancia para nuestra fe que, asimismo desde el principio, la Iglesia tuviera que enfrentarse a la Persecución (Hechos 5: 17-18) y recibir señales de la ayuda milagrosa por parte de Dios (Hechos 5: 19-20).

No obstante, el principal tema en el que creo necesario profundizar, por su gran actualidad, es el de las relaciones entre el Cristianismo y las demás religiones.

A este respecto, creo que deberíamos partir de un hecho que creo decisivo y que marca una diferencia radical: mientras que los fundadores de otras grandes religiones (Mahoma, Buda..) murieron…, Jesucristo resucitó y ha ascendido al Cielo.

También creemos que sigue estando - misteriosa pero realmente presente- en su Iglesia: mediante su Palabra, en los Sacramentos y el Orden Ministerial.

Yendo más directamente al tema del diálogo interreligioso, pienso que hay dos tesis extremas al respecto, que deberíamos examinar y rechazar:
  • La primera (a la que podríamos calificar como Liberal) considera que todas las religiones son equivalentes y que conducen al mismo "sitio", si bien por diferentes caminos (es el llamado Paradigma Pluralista).
  • La segunda (que podríamos calificar como Fundamentalista) afirma que las demás religiones son "inventos del Diablo", considerándolas esencialmente erróneas y perniciosas.
Desde un punto de vista equilibrado -y pienso que teológicamente más justificado- es imposible no reconocer (y muchas veces admirar) los elementos de verdad presentes en otras religiones, los cuales -desde el punto de vista de grandes estudiosos en la materia- apuntan o pueden relacionarse con la enseñanza de Cristo. Por eso se les considera "Semillas del Verbo", formando parte de la Dimensión Crística (no explícitamente cristiana) de estas grandes religiones.

Ante la realidad del Diálogo Interreligioso y las oportunidades existentes para su práctica, creo que la postura digna y coherente para los cristianos, sería el participar en él, SÍ, pero de una forma prudente.

Obviamente podemos colaborar en actividades cívicas conjuntas, en estudios compartidos, en presentaciones públicas por causas lo suficientemente importantes (pensemos por ejemplo en funerales de estado o eventos similares).

Pero ya es mucho más discutible (y creo que debe ser rechazada) la oración conjunta o cualquier tipo de celebración sacramental.

El cristiano sólo accede a Dios a través de Jesucristo y no puede eliminar (o poner entre paréntesis) su fundada creencia en la Resurrección de Jesús y su Ascensión a los Cielos junto al Padre y el Espíritu Santo.

Elaborado por José Luis Mira Conca