martes, 5 de abril de 2016

La Resurrección de Jesús: Consecuencias Actuales y Eternas

LECTURAS:
Hechos 5: 12a, 17-22, 25-29
Salmo 118: 19-24
Apoc 1: 9-19
EVANGELIO:  San Juan 20: 19-31

La Resurrección de Jesús

La Liturgia enfatiza hoy la realidad física de la Resurrección de Jesús (en la historia de la incredulidad de Tomás…, en la visión de Juan) y algunas de sus consecuencias eternas:
  • En Él está la Vida: tema recurrente en el Evangelio de Juan  (especialmente 1: 3).
  • Jesucristo tiene poder sobre la Muerte y el Más Allá (Apocalipsis 1: 18).
En verdad, eran y son motivos más que suficientes para que Juan (y cualquiera de nosotros) cayera "como muerto" ante su Presencia, celestialmente transfigurada.

Pero Él puede también velar su Gloria y mostrarla contenida en su naturaleza humana, para que "no temamos". Y así sucede en la historia de su aparición a los discípulos y la incredulidad de Tomás (S. Juan 20 : 19-20) a quien la tradición señala como responsable de la Misión de la Iglesia en Asia (en India se le considera fundador de la Iglesia de Mar Thoma, vinculada a la Comunión Anglicana).

También tiene gran importancia para nuestra fe que, asimismo desde el principio, la Iglesia tuviera que enfrentarse a la Persecución (Hechos 5: 17-18) y recibir señales de la ayuda milagrosa por parte de Dios (Hechos 5: 19-20).

No obstante, el principal tema en el que creo necesario profundizar, por su gran actualidad, es el de las relaciones entre el Cristianismo y las demás religiones.

A este respecto, creo que deberíamos partir de un hecho que creo decisivo y que marca una diferencia radical: mientras que los fundadores de otras grandes religiones (Mahoma, Buda..) murieron…, Jesucristo resucitó y ha ascendido al Cielo.

También creemos que sigue estando - misteriosa pero realmente presente- en su Iglesia: mediante su Palabra, en los Sacramentos y el Orden Ministerial.

Yendo más directamente al tema del diálogo interreligioso, pienso que hay dos tesis extremas al respecto, que deberíamos examinar y rechazar:
  • La primera (a la que podríamos calificar como Liberal) considera que todas las religiones son equivalentes y que conducen al mismo "sitio", si bien por diferentes caminos (es el llamado Paradigma Pluralista).
  • La segunda (que podríamos calificar como Fundamentalista) afirma que las demás religiones son "inventos del Diablo", considerándolas esencialmente erróneas y perniciosas.
Desde un punto de vista equilibrado -y pienso que teológicamente más justificado- es imposible no reconocer (y muchas veces admirar) los elementos de verdad presentes en otras religiones, los cuales -desde el punto de vista de grandes estudiosos en la materia- apuntan o pueden relacionarse con la enseñanza de Cristo. Por eso se les considera "Semillas del Verbo", formando parte de la Dimensión Crística (no explícitamente cristiana) de estas grandes religiones.

Ante la realidad del Diálogo Interreligioso y las oportunidades existentes para su práctica, creo que la postura digna y coherente para los cristianos, sería el participar en él, SÍ, pero de una forma prudente.

Obviamente podemos colaborar en actividades cívicas conjuntas, en estudios compartidos, en presentaciones públicas por causas lo suficientemente importantes (pensemos por ejemplo en funerales de estado o eventos similares).

Pero ya es mucho más discutible (y creo que debe ser rechazada) la oración conjunta o cualquier tipo de celebración sacramental.

El cristiano sólo accede a Dios a través de Jesucristo y no puede eliminar (o poner entre paréntesis) su fundada creencia en la Resurrección de Jesús y su Ascensión a los Cielos junto al Padre y el Espíritu Santo.

Elaborado por José Luis Mira Conca